De acuerdo con un informe de Ecolatina, la inflación en alimentos aceleró en el inicio de 2023, en relación con el año previo.
El incremento en el precio de los alimentos fue mayor en autoservicios que en supermercados, principalmente debido a la incidencia del programa Precios Justos.
Durante los meses desde la vigencia de Precios Justos, el IPC Consumo Masivo construido en base al IPC GBA Ecolatina se desaceleró: pasó de promediar 6,9% en septiembre-octubre a 4,8% entre noviembre y febrero. En febrero registró 4,7%, 1,6 p.p. por debajo del promedio del trimestre septiembre-noviembre, previo al acuerdo.
Ahora bien, mientras que en el canal moderno (supermercados, hipermercados) se observó una mayor incidencia del programa, en el canal tradicional (almacenes, pequeños comercios de cercanía) -no cubierto por el acuerdo y con menor trato directo con el Gobierno- el aumento de precios de los productos atravesados por Precios Justos fue mayor, consignó un informe de Ecolatina.
Esto no es algo novedoso de este programa, sino que se trata de una situación que se repitió a lo largo de los últimos diez años con controles de precios.
Desde su entrada en vigor, la diferencia entre los aumentos de algunos productos dentro del acuerdo no es menor: por ejemplo, en el canal tradicional el agua creció 10 p.p. por encima del canal moderno; los fideos, +9 p.p; la leche, +7 p.p; los yogures, +6 p.p. En unos pocos casos los precios subieron más en los pequeños comercios que en los supermercados: pan fresco crece -5 p.p en tradicionales, harina -7 p.p., aceite puro -6 p.p, yerba mate -1 p.p. y azúcar -8 p.p.
Más aún, si se toma sólo diciembre y enero, meses donde no hubo actualizaciones en los precios que estaban congelados (en noviembre y febrero actualizaron 4% y 9% respectivamente), la diferencia es aún más profunda.
Esto podría reforzar el hecho de que la desaceleración en la inflación no sólo se vio favorecida por el programa, sino porque hubo otros factores que jugaron a favor. Por caso, la menor dinámica de los precios de la carne hasta enero, el retroceso de 2,1% en los precios de verduras en diciembre. En la moderación del índice de diciembre la clave también radicó en que hubo poco ajuste en servicios regulados e indumentaria se mantuvo relativamente más contenida.
Debilidades del programa: impacto en los hogares más pobres, los frescos y las divisas
Esta brecha entre los aumentos de productos de consumo masivo incluidos en Precios Justos que se venden en supermercados y los que se consiguen en comercios de cercanía o pequeños autoservicios implica un impacto más severo sobre los sectores más vulnerables.
Los deciles más pobres de la sociedad no sólo gastan un mayor porcentaje de sus ingresos en productos de consumo masivo, sino que tienden a utilizar menos las grandes superficies: según la última Encuesta de Gasto de los Hogares los hogares del 10% de menores ingresos destinan sólo el 15% de sus gastos en alimentos y bebidas al canal moderno, mientras que ese porcentaje crece a 45% en los hogares del 10% de mayores ingresos.
Entonces, si bien el plan logró cierto impacto, posiblemente no haya tenido la misma repercusión en hogares con menores ingresos, ya que casi no compran en supermercados y destinan un mayor porcentaje de sus ingresos a bienes de primera necesidad en pequeñas superficies de venta, donde los precios han tendido a aumentar más.
En este sentido, el desempeño del consumo viene siendo más favorable en las grandes superficies. De acuerdo con datos de Scentia, en 2022 el consumo en los supermercados trepó 3,1% i.a., mientras que en autoservicios independientes subió 0,8%. Esta diferencia se ha ido agudizando en los últimos meses: en enero, las ventas en supermercados suben 7,8% i.a., cayendo 9,1% i.a. en autoservicios. Esta dinámica se encuentra explicada en gran medida por las promociones y la diversidad de medios de pago que ofrecen las cadenas más grandes.
Por otro lado, a pesar de la vigencia del programa y de la desaceleración del IPC Consumo Masivo, en el arranque de 2023 la inflación en alimentos y bebidas se aceleró notablemente, producto de los aumentos registrados en carne vacuna (en febrero creció casi 26%, luego de ocho meses de atraso relativo) y la aceleración en los precios de frutas (+30%) y verduras (+36%) en el primer bimestre, que son al mismo tiempo los grupos que más peso tienen en la canasta de consumo de los hogares de menores ingresos (en conjunto pesan 18% en el decil de menores ingresos y 6% en el 10% más rico).
En este sentido, Precios Justos está compuesto principalmente por productos empaquetados, y la dificultad de concretar un acuerdo amplio y robusto para los alimentos frescos (frutas, verduras, carne vacuna) radica en la elevada atomización de los productores -distribuidos a lo largo y ancho del país-, el elevado índice de informalidad presente en algunos eslabones y el impacto sobre los precios de factores asociados a la estacionalidad, los ciclos biológicos y/o las inclemencias climáticas.
Por último, no puede soslayarse que la escasez de divisas dificultará el cumplimiento de la parte que le toca al Gobierno en el acuerdo: garantizar un mayor acceso al MULC, por lo cual los riesgos de que algunos acuerdos se resquebrajen por menores incentivos a permanecer dentro -que además se reducen en tanto la inflación es más alta- no son menores.