El 1 de agostó se realizó el Blockchain World Congress & Expo en Buenos Aires. Especialistas locales e internacionales explicaron por qué se trata de una tecnología disruptiva. Por Felipe Beliz Meritello*
El blockchain promete democratizar y descentralizar los procesos financieros, así como garantizar transparencia en todas las transacciones de su plataforma, como podría ser en el caso de las licitaciones de compras públicas. Es una tecnología disruptiva que trae seguridad, certeza y transparencia a los todos los procesos, registros y transacciones digitales, eliminando totalmente el riesgo.
En Argentina ya hay casos concretos que se presentaron y discutieron con expertos del tema en la primera edición del Blockchain World Congress & Expo que contó con la asistencia de unas 200 personas, pero de la cuales sólo la mitad tenía criptomonedas.
En el blockchain se van a meter todos los sectores, con los abogados, bancos, la medicina —afirmó el moderador, Jairo Straccia—, es el mail de 1996, que viene a reemplazar al fax. De esto se habló en la primera parte del evento.
Gonzalo Arzuaga, fund manager en Terrifico Capital, un fondo de inversión especializado en criptomonedas —y fundador del primer buscador de Internet argentino en 1996, GauchoNet— destacó que estamos recién en el inicio de su potencial, y que deberían quedar no más de 6 años de especulación financiera sobre la tecnología, para que luego se masifique su uso.
Argentina está lista para esta revolución tecnológica. Así piensa Pablo Orlando, presidente de EO Argentina y miembro directivo de la Bolsa de Buenos Aires, quien confesó que el país tiene talento técnico de sobra para montar blockchains en el país. “Top 5 a nivel mundial”, dijo con confianza.
A medida que siga expandiéndose la ‘gig economy’, al estilo de Uber, va a ser más necesaria la aplicación del blockchain para garantizar transparencia y confianza en las transacciones y contratos. En Argentina, Federico Ast ya lo está aplicando con Kleros, una plataforma de arbitraje de conflictos en base a blockchain, inspirada en el modelo jurídico de la Antigua Grecia, para evitar la judicialización a nivel estatal. Predijo que “el blockchain va a reemplazar los edificios y columnas de los bancos y las cortes de justicia”.
También se habló de la utilidad original de esta tecnología, que permitiría una plataforma de inclusión financiera: la inversión y captación de fondos a través de tokens, con un ICO (equivalente a un IPO pero de una criptomoneda, ya que cualquiera puede crear una).
Las criptomonedas y el blockchain “sirven para democratizar el las inversiones y recaudación de capital”, contó Gonzalo Blausson, el CEO de Signatura.co, una empresa de certificaciones digitales de documentos y auditoria de procesos con blockchain. Con su aplicación a través del fintech o los tokens, una pyme argentina podría financiarse con inversiones de pequeños ahorristas de todo el mundo. “El blockchain viene a destruir fronteras”, sentenció.
También estuvo presente la experta de esta tecnología de IBM Argentina, María Munaro, para comentar sobre los usos en los que están trabajando. Uno de ellos es en el comercio exterior, y destacó que su aplicación bajaría los costos en toda la cadena de valor, ya que habría total certeza sobre la llegada de un bien en exportación en cada punto del proceso. El blockchain garantiza que llegó al puerto, y que se subió al camión.
La segunda parte del evento consistió en los usos de las criptomonedas, mas allá de la especulación financiera.
Manuel Beaudroit, fundador de Bitex —primer exchange regional de bitcoin, que ese día comenzaba a aceptar transacciones en pesos argentinos— afirmó que con la última bajada de precio de Bitcoin, hay cada vez más instituciones comprando la criptomoneda, y no ya sólo individuos.
Esta última bajada de precio de US$19.000 a US$6.000 en pocos meses no los asusta. Franco Amatti, co-fundador de Bitcoin Argentina, y el único del panel que usa Bitcoins para comprar cosas cotidianamente, comentaba que descensos como ese ya ocurrieron cuatro veces en los diez años de vida del Bitcoin. “De $33 a $2; de $250 a $50; de $1.100 a $180 en 2013; y de $19.000 a $6.000 este último diciembre. El mercado todavía es volátil”.
Lo que llevó al debate sobre el valor intrínseco de las criptomonedas y su regulación estatal, que quedó inconcluso. Manuel Beaudroit confesó que el Bitcoin no es una inversión social, que es como operar en el mercado de la soja en Chicago, donde uno compra porque cree que va a subir el valor del activo.
Por eso en el último panel, sobre los venture capital, Ignacio Plaza, presidente de Primary Ventures y miembro fundador de la Cámara Argentina de FinTech, comentó que “no te sirve de nada tener bitcoins en una wallet, hay que invertir en proyectos”. Y para ello, ya hay firmas de venture capital argentinas que recaudan sus fondos en criptomonedas. Afirmó que este podría ser el modo de captar la ‘lluvia de inversiones’ que necesita el país de modo repentino, pero eso sólo si se establece un marco regulatorio claro para los tokens.
Lo cierto es que el blockchain y las criptomonedas llegaron para quedarse. El primero está siendo evaluado por las mayores empresas del mundo como IBM e instituciones como el Banco Mundial, ya que su uso revolucionaría todas las transacciones y contratos cotidianos, bajando sus costos. Y las segundas ya son parte de la agenda geopolítica, como la del G20.
Parece que Argentina no se está quedando atrás esta vez. Hay innovadores e inversores con proyectos concretos, y también se está comenzando a hablar de los diversos usos, implicancias e importancia de estas nuevas tecnologías.
* El autor es estudiante de la carrera de Ciencias Sociales de la Universidad Di Tella