El expresidente Bashar Al Assad abandonó el país ante la ofensiva revolucionaria, luego de 13 años de guerra civil. La caída del régimen refleja la debilidad del gobierno iraní, que además pierde un aliado clave en Medio Oriente
Siria estuvo gobernada por la familia Al Assad durante 53 años con mano de hierro. Ahora eso llegó a su fin.
El presidente Bashar al Assad tomó el poder en el año 2000, después de que su padre gobernara durante casi tres décadas.
Las fuerzas rebeldes sirias entraron en Damasco este domingo después de que se supiera que el presidente había salido del país tras 13 años de guerra civil.
Medios estatales rusos, citando a una fuente del Kremlin, aseguraron que Al Assad y su familia se encuentran en Moscú, donde se les ha proporcionado asilo.
El primer ministro sirio, Mohammed al Jalali, ha dicho que está dispuesto a apoyar la continuidad del gobierno en la nación árabe.
Esto se produce solo 12 días después de que el grupo militante islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y facciones aliadas lanzaran una intensa ofensiva en el noroeste del país.
Los rebeldes primero capturaron Alepo, la segunda ciudad más grande del país, y luego avanzaron hacia el sur por la carretera rumbo a la capital, mientras el ejército sirio colapsaba.
Una manifestación pacífica y prodemocracia contra Al Assad en 2011 se convirtió en una guerra civil a gran escala que devastó el país e involucró a potencias regionales y mundiales.
Más de medio millón de personas murieron y 12 millones se vieron obligadas a huir de sus hogares, de las que unos cinco millones son refugiados o solicitantes de asilo en el extranjero.
Antes de la reciente ofensiva de los rebeldes, la guerra parecía haber terminado efectivamente después de que el gobierno de Al Assad recuperara el control de la mayoría de las ciudades de Siria con la ayuda de Rusia, Irán y grupos apoyados por Teherán, y que las líneas del frente permanecieran en gran parte congeladas.
Sin embargo, grandes zonas del país todavía estaban fuera del control gubernamental. Estas incluían áreas del norte y del este controladas por una alianza, liderada por los kurdos, de grupos armados apoyados por Estados Unidos y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS).
El Frente al Nusra era considerado uno de los grupos más eficaces y letales que se oponían al presidente Al Assad, pero su ideología yihadista parecía ser su fuerza motriz más que su celo revolucionario, y en ese momento se lo consideraba en desacuerdo con la principal coalición rebelde conocida como el Ejército Libre Sirio.
En 2016, al Nusra rompió vínculos con al Qaeda y adoptó el nombre de Hayat Tahrir al Sham cuando se fusionó con otras facciones un año después.
Estados Unidos ha calificado al líder del grupo, Abu Mohammed al Jawlani, como un terrorista global especialmente designado y ha ofrecido una recompensa de US$10 millones por información que conduzca a su captura.
HTS consolidó su poder en las provincias de Idlib y Alepo al aplastar a sus rivales, incluidas células de al Qaeda y el grupo extremista Estado Islámico (EI). Estableció el llamado Gobierno de Salvación Sirio para administrar el territorio de acuerdo con la ley islámica.
Al Jawlani dijo en una entrevista con CNN el viernes que “el objetivo de la revolución sigue siendo el derrocamiento de este régimen” y que planeaba crear un gobierno basado en instituciones y en un “consejo elegido por el pueblo”.
“Después de 50 años de opresión bajo el gobierno del Baaz, y 13 años de crímenes y tiranía y desplazamiento [forzado]… anunciamos hoy el fin de este período oscuro y el comienzo de una nueva era para Siria”, dijeron.
El primer ministro de Al Assad, Mohammed al Jalali, anunció en un video que estaba “dispuesto a cooperar” con cualquier líder “elegido por el pueblo sirio”.
Al Jawlani ordenó a sus fuerzas no acercarse a las instituciones oficiales y afirmó que permanecerían bajo la autoridad del primer ministro hasta que sean “oficialmente” entregadas.