Qué es exactamente la “Banca Abierta”, la tendencia global que hace foco en el empoderamiento del usuario de servicios financieros. Dónde y cuándo surgió, cuáles son sus principales ventajas y en qué situación se encuentra el mercado latinoamericano. Por Guadalupe Barriviera
Hace ya varios años que las estrategias de negocio exitosas se centran en el cliente, y sobre todo, en su experiencia como usuario (UX, por sus siglas en inglés). De a poco, el sector financiero local abrazó este nuevo paradigma, y se multiplican las gerencias de UX y sus equipos de trabajo, tanto en la banca tradicional como en las fintech.
Pero una tendencia que va mucho más allá se impone a nivel global: el empoderamiento del usuario de servicios financieros, a través del Open Banking o Banca Abierta, en español. Argentina transita por el camino de su adopción.
Iniciativas como Transferencias 3.0 y MODO -la billetera virtual de 33 bancos públicos y privados- son las primeras paradas de una ruta cuyo destino final es la “Banca Abierta”, un sistema financiero transparente, que impulsa la competencia, incluye a nuevos jugadores, y en el que el usuario es dueño de sus propios datos bancarios e historia crediticia.
En el Open Banking, el cliente es libre de cambiar de forma rápida de institución financiera a la hora de abrir o cerrar cuentas, así como de elegir la mejor opción y sacar una tarjeta de crédito en una entidad y solicitar un préstamo en otra, por citar sólo algunos ejemplos prácticos.
Concepto y antecedentes
La Banca Abierta surgió en Inglaterra en 2016, a partir de una serie de reformas en la manera en que los bancos manejan información financiera.
Reino Unido partió del régimen PSD2 (Primera Directiva de Servicios de Pago, por sus siglas en inglés), que fue aprobado por el Parlamento Europeo un año antes y que proporcionó la base jurídica para el desarrollo de un mercado integrado de pagos electrónicos en el ámbito de toda la Unión Europea (UE).
Con una regulación de este tipo, las entidades comparten información financiera de forma digital y segura. Pero lo más importante: esa información debe ser aprobada antes por el propio cliente.
El sistema de Open Banking está montado sobre APIs (por Interfaz de Programación de Aplicaciones, en inglés). “Se trata de un modelo seguro, ya que el manejo de datos se da a través de APIs bancarias abiertas, lo cual no significa que sean APIs públicas”, apunta Pablo Ces, CEO de Flexibility, compañía tecnológica que implementa soluciones para la banca digital.
“La mayor disponibilidad de información que ofrece el Open Banking permitiría a las personas acceder a catálogos online de todos los servicios financieros operados por diversos bancos y operadores financieros, sin tener que ser cliente de ninguna entidad. Además, podrían acceder a información más precisa sobre sus propios datos financieros, como las deudas o créditos que registran, o el nivel de cumplimiento de préstamos anteriores”, explica Pierpaolo Barbieri, fundador y CEO de Ualá, en una columna publicada en el blog de esa fintech.
“La posibilidad de comparar todos los productos financieros disponibles generaría mayor competencia entre las entidades financieras, y las impulsaría a reducir las tasas y comisiones de sus líneas de crédito, permitiéndoles optimizar sus sistemas de evaluación crediticia”, agrega Barbieri.
Si bien Argentina no tiene aún una regulación específica sobre Open Banking, Brasil, México y Colombia ya tienen regulaciones aprobadas, y Chile sancionó una “Portabilidad Financiera” basada en los estándares de la Banca Abierta.
“Las reglas eliminan los vacíos y los grises, lo que redunda en beneficios no solo para el usuario, sino también para los prestadores de servicios”, argumenta el CEO de Flexibility, y advierte que “si bien Argentina está un poco rezagada en ese sentido, también se está trabajando en las mesas conjuntas entre los distintos organismos involucrados”.
“Por el bajo nivel de bancarización, hay lugar para todos, incluidos los bancos tradicionales. Todavía falta, pero el Open Banking va a llegar”, asegura Salvador Calogero, actualmente Expansion and New Business Director en Wenance.
“Todas las cosas llegan, y en algún momento llegará el Open Banking a Argentina; no lo veo lejos”, se entusiasma Marcelo Fondacaro, CCO de Veritran, empresa global que desarrolla soluciones digitales para el sector financiero. El ejecutivo enfatiza que “se empieza abrir el ecosistema. Los bancos ya no son elitistas; les interesa incluir y actuar de manera colaborativa. En realidad, el Open Banking forma parte de una madurez natural del sistema financiero”.
Ventajas y trabas
“Una de las cosas más importantes de la Banca Abierta es que los usuarios son los dueños de sus datos”, señala Salvador Calogero.
“Uno de los primeros pasos para llegar a la madurez que implica el Open Banking es el tratamiento de la información. En Europa, mientras se desarrollaba el Open Banking, se trabajaba también en el acceso a los datos confidenciales, y hay multas realmente grandes si los bancos violan esas leyes”, describe Fondacaro.
Por su parte, Pablo Ces menciona cinco ventajas que las interfaces abiertas aportan a la entidad bancaria o financiera. “En primer lugar, la estandarización, ya que es posible crear comunicaciones estandarizadas entre los distintos agentes y facilitar la escalabilidad en la creación de conexiones. También se cuenta con la restricción de acceso, dado que la necesidad de identificación da mayor seguridad a la hora de acceder a los datos, junto con la seguridad en la sesión de contraseñas, donde la información facilitada para ingresar se concede de forma encriptada”.
Otro aspecto positivo del Open Banking es la eficiencia, ya que al proporcionar acceso a una API, el contenido se publica automáticamente y está disponible en todos los canales y de forma ágil. Por último, Ces menciona la personalización como un aspecto a resaltar. “Gracias a estas interfaces, la entidad puede personalizar contenidos y servicios derivados del análisis de datos de los clientes”, afirma el CEO de Flexibility, firma que tiene como principales clientes en el país a Nubi, Link y Prisma.
Fondacaro, CCO de Veritran, nombra también “la apertura a otros actores, como las fintechs, que ofrecen un acceso rápido a productos más específicos y bien acotados a las necesidades de los clientes. Pensar en Banca Abierta es pensar en un ecosistema abierto, con integración y mejores servicios, más especializados y a medida de los usuarios”.
Desde Wenance, Calogero suma otras ventajas del Open Banking. “Como el cliente puede decidir con quién compartir su información, el sistema tendría más competencia. Lo ideal sería construir un ecosistema armónico que ponga más gente en el sistema y que haga que esas personas sean objeto de préstamos de otras empresas, por ejemplo. Que se piense siempre en el cliente”.
Pero a pesar de los aspectos positivos de la Banca Abierta, del interesante ecosistema fintech que hay en Argentina y del avance de los países de la región sobre este tema, la regulación no prospera.
“Por ahora lo que hay es una pelea entre fintechs y bancos: cuánta información comparten y qué músculos tienen”, grafica Calogero. “Hay mucha información que la banca tradicional tiene retenida en sus sistemas”, dispara Marcelo Fondacaro, de Veritran.
Pablo Ces va un poco más allá, y asegura que el Open Banking no es viable en Argentina ni siquiera en 2022. “Algunos bancos van a empezar a abrir servicios para sus clientes con una lógica similar. Pero eso no es Open Banking, eso es API Banking. Es un paso anterior, necesario y mejor que una regulación dura”, indica.
Por su parte, Fondacaro pone su visión empresarial a un plazo más largo y habla de las dificultades que tendrá Latinoamérica para regular el Open Banking: la falta de un mercado y una moneda en común, a diferencia de Europa. Sin embargo, el ejecutivo asegura que “los bancos centrales de la región ya están hablando entre ellos”.