Criptomonedas: balance de lo que dejó el 2019 y lo que se perfila para el año próximo

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Manuel Beaudroit, co-fundador de Bitex, analizó para el número aniversario de Road Show el futuro de Bitcoin y las novedades que fueron surgiendo a lo largo del año.

La tecnología cripto es tan diversa y posee tantos ángulos de análisis que hace falta tener ciertas referencias para poder ir armando un relato ordenado sobre la evolución de la industria. Una buena forma de describir este camino que se va transitando es a través de ciertos “experimentos” o sucesos que se van empujando año a año. Para aquellos que estamos en el tema hace un tiempo, uno se desensibiliza con los anuncios rimbombantes de tecnología y la última promesa. Esto en general sucede en todos los ámbitos, desde la tecnología hasta la política. Pero en el caso concreto de criptones se mezclan tantas cosas tan interesantes y complejas, que la repercusión sobre estos sucesos puede significar un cambio en el rumbo de nuestra economía y sociedad.

¿Pero qué pasó en el año 2019? ¿Qué hizo que fuese diferente? ¿Qué cosa podemos recalcar como lo más llamativo y que generó más ruido?

Lo primero que se me viene a la cabeza es CALIBRA, el proyecto de una “criptomoneda” llamada LIBRA que empujó Facebook y la federación de empresas que no fue.

Algunos dirán “¡pero Manuel, estás desvariando!”. LIBRA no es una criptomoneda, no usa un blockchain. ¿Por qué mezclás? A ver amigo criptonoob, lo más relevante que generó LIBRA fueron los siguiente tres ítems que paso a detallar:

Por un lado instaló en la sociedad la palabra “criptomoneda”, la cual fue tan combatida durante tanto tiempo por su aproximación a “cripta”, “críptico” y toda esa connotación negativa. Pero vale la pena mencionar que criptomoneda viene de la utilización de la criptografía aplicada a una moneda, una moneda que usa la matemática para operar, funcionar, validarse, ser segura, sin un ente central que la gobierne (en el caso de las monedas descentralizadas como el Bitcoin) y que nos dan la posibilidad de que las computadoras y dispositivos sean participantes activos de nuestra economía.

Menciono esto primero ya que aprendimos con Bitcoin, y el resto de las criptomonedas descentralizadas, que las mismas no son controladas ni gobernadas por un ente centralizado. Por ende tampoco tienen un Departamento de Marketing que se encargue de difundir su uso y adopción; de hecho, si lo tuviesen, no sería muy confiable su misión, lo cual hace que su crecimiento sea naturalmente orgánico. Entonces, ¿cómo hace una criptomoneda para ganar adeptos?

En el caso de LIBRA, tener a la empresa de publicidad más grande del mundo por detrás, con una base de usuarios que equivale a la mitad de la población mundial, hace que su camino de adopción sea bastante lineal (al menos en teoría). Todo esto, sumado a un abanico de beneficios obtenidos por utilizar dicha moneda en el ecosistema de aplicaciones que forman parte de CALIBRA, haría que los usuarios se vuelquen rápidamente hacia ella.

En el caso de las monedas descentralizadas, mi teoría es que el precio del activo es el músculo de marketing que tiene esa moneda para atraer usuarios. ¿Es la manera correcta? Probablemente no, pero es la más natural. Obviamente que es posible que muchos usuarios se sumen a esta tecnología por las razones “equivocadas”, pero es una manera muy simple de hacerse conocer. Lo que sucede después es lo que yo llamo la “teoría de la sedimentación”: capas de usuarios que acumulan, se desgastan, se retiran y así, de forma cíclica, se van generando estratos de usuarios que conforman el ecosistema (pero ese ya es otro tema).

En segunda medida instauró el concepto de “stablecoin” o moneda estable, una criptomoneda que tiene la particularidad de no tener una volatilidad tan grande como sucede con el Bitcoin y el resto de las criptomonedas. Aunque los más maximalistas pueden decir que este fenómeno comenzó el año pasado, que CALIBRA haya presentado la moneda LIBRA no es menor y tiene un impacto superlativo, ya que está respaldado por un conglomerado de empresas como Women’s World Banking, Kiva, Booking Holdings, Andressen Horowitz, Farfetch, Iliad, Mastercard, Uber, PayU, Mercado pago, Coinbase, PayPal, Creative3, Bison Trails, Calibra, Mercy Corps, Vodafone, United Square Ventures, Ribbit Capital, Thrive Capital, Visa, Lyft, Stripe, Ebay, Spotify, Anchorage, Xapo, Breakthrough Innovations y Facebook, que controlan gran parte del volumen y en conjunto poseen más de la mitad de la población mundial como usuarios.

El uso y la instauración de una moneda estable es extremadamente útil ya que nos permite construir la narrativa de unidad de cuenta, refugio de valor y medio de pago sin la necesidad de un Estado soberano que “respalde” esa moneda. Poder empezar a construir una realidad económica programable, respaldada por los propios usuarios, es casi de ciencia a ficción, pero es algo que está sucediendo hoy con proyectos como DAI o Money On Chain, sólo para mencionar algunos.

La primera moneda estable que conocimos fue Tether, un experimento creado por parte del equipo de Bitfinex (exchange crypto) para socializar un robo de monedas, y que resultó en una forma excelente para poder transferir unidades de valor similar al dólar, sin tener dólares. Esto resolvió un gran problema de ese entonces, que era justamente cómo poder acceder a transar en diferentes mercados, en diferentes países, sin cuenta bancaria y sin estar expuesto a la volatilidad de las cripto.

Finalmente, dejó en claro que los Estados soberanos no se van a quedar de brazos cruzados. Por un lado, salieron a frenar el desarrollo de este tipo de criptomonedas estables centralizadas, argumentando que el Estado no puede tener competencia, y por otro lado fue el empujón necesario para que éstos se pusieran a desarrollar sus propias monedas: criptomonedas estatales. Hoy ya sabemos que al menos la Unión Europea, China y Rusia ya están trabajando en un proyecto de criptomonedas soberanas.

Esta situación nos deja frente una trilema: ¿Confiamos más en una moneda descentralizada pública, una centralizada privada o una centralizada soberana?

Analicemos cada caso:

Una moneda descentralizada pública, siendo el Bitcoin su principal exponente, es una organización descentralizada autónoma, que funciona de acuerdo con las reglas que le incluyeron en el protocolo. No funciona sin intervención humana y no posee valor subyacente más que el valor que aporta. Su acceso es libre y público, no hay que pedir permiso a nadie para participar. Las transacciones son públicas, trazables y hay un cierto grado de privacidad.

Una moneda centralizada privada, por ejemplo LIBRA, es una criptomoneda que tiene una canasta de monedas FIAT como subyacente, y que está controlada por una o varias empresas. El permiso para acceder a su uso es otorgado, probablemente, a cambio de los datos del usuario, quienes no van a tener la libertad de utilizarlo para lo que quieran y van a conocer todos los movimientos que se hagan.

Finalmente, las criptomonedas soberanas son las famosas monedas e-FIAT, que dependen de la fe que uno tenga en ese Estado que las controla en términos de política económica. Si es un buen gobernante y tiene sus cuentas balanceadas, la moneda va a valer más, o, de lo contrario, ya sabemos. Las transacciones son 100% trazables (digitales bancarias o billeteras) y abre la discusión sobre el fin de la privacidad de las personas. Por eso, hay mucha resistencia a que estos sistemas sean implementados y reemplacen al efectivo: el último refugio ante el panóptico estatal.

La tecnología cripto nos está brindando la posibilidad de empezar a preguntarnos y respondernos sobre diferentes situaciones, que hasta hace muy poco eran irresolubles y que están cambiando las relaciones de poder del mundo en el que vivimos. Dado que el dinero es poder, esto tiene mucha relevancia.

¿Qué nos dejó el 2019 en cripto? Oportunidades e ideas para debatir, posibilidades de crear nuevas realidades y construir un mundo más abierto, conectado y justo.

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