Frente a empresarios, inversores locales e internacionales, el presidente de Elypsis advirtió sobre los riesgos de plantear una reestructuración agresiva de la deuda que demore el acuerdo con los acreedores.
Frente a empresarios, inversores locales e internacionales, el presidente de Elypsis, Eduardo Levy Yeyati, advirtió sobre los riesgos de plantear una reestructuración agresiva de la deuda que demore el acuerdo con los acreedores, que tendría un costo en el PBI dado que, a diferencia de lo que ocurrió en 2003, la economía tiene margen para seguir cayendo en 2020 y 2021.
Pronosticó que en un escenario creíble la recuperación recién comenzará a fines del año próximo, y recomendó no tentarse en usar el tipo de cambio como ancla de precios del pacto social porque sería “avanzar un paso para retroceder dos” en 2021.
“El problema de la deuda no es de solvencia, sino de liquidez, con cuestiones más asociadas al país que al endeudamiento, porque es deuda dolarizada, de corto plazo, con riesgo país alto, déficit fiscal y recesión”, dijo Levy Yeyati, de acuero con un comunicado de Elypsis.
A fin de 2019 la deuda ascendería a 72% del PBI, calculada con la metodología Elypsis para evitar distorsiones usuales de este ratio.
Levy Yeyati explicó que si lo comparamos con otros países, la deuda no sobresale por su tamaño. Además “40% del PBI de esa deuda es consigo mismo, que el gobierno colocó con el BCRA o ANSES, que debería ser neteada, pero que, en todo caso, es infinitamente refinanciable”.
En esos números, consideró que la discusión debería orientarse hacia un reperfilamiento voluntario, incluso uno con una pequeña quita, como en Ucrania 2003, antes que a uno con una quita sustancial. “El reperfilamiento no serviría si fuera un problema de solvencia, pero sí de liquidez”, agregó.
Sobre avanzar por otros caminos, explicó que cada opción de renegociación de deuda tiene un dilema entre el tamaño (de la quita) y el tiempo (de negociación): “cuánto mayor la quita que se pretenda, más tiempo llevará la negociación, y en esa demora la pregunta es ¿cuánto perdemos de la economía real?”.
No recomendó ir por un abordaje tipo 2003-2004 porque la economía argentina aún no tocó fondo, como sí lo había hecho en 2002, y hay margen para seguir cayendo en 2020 y 2021 si se demora la resolución de la crisis financiera. “El riesgo de avanzar en un canje agresivo hoy es mayor al que teníamos en 2003, cuando la economía había tocado fondo. Eso hay que tenerlo en cuenta al pensar una oferta de reestructuración”, sostuvo.
Sin embargo, advirtió que para reperfilar hay que tener un plan consistente con un nivel razonable de crecimiento y de superávit fiscal. “Los acreedores preferirán un programa solvente fiscalmente al costo de un menor crecimiento, mientras que la pregunta interna será: ¿cuál el costo político de priorizar el superávit cuando la Argentina aún no está creciendo?”.
Un punto a tener en cuenta es qué resultado fiscal cumplible (política y económicamente) podría ofrecer Alberto Fernández: según los cálculos de Elypsis, en 2020 sería de alrededor de medio punto del PBI que, en caso de replicarse el buffer de compensación por deterioro de los indicadores sociales que incluyó el FMI en su programa, equivaldría a un equilibrio fiscal primario, con un déficit financiero de 3,1%.
Un de los mensajes finales de la conferencia fue que ningún acuerdo será realista si no logramos crecer. “El PBI per cápita ha venido cayendo en los últimos años, y en el mejor escenario, la recuperación se daría recién hacia fines de 2020”.
Explicó que el consumo y el mercado doméstico difícilmente sean motor de recuperación en 2020, que el contexto externo de menor crecimiento regional y global tampoco ayuda, que el impulso fiscal será en el mejor de los casos, levemente negativo y que, por eso, “la inversión privada tiene que ser la chispa que encienda la demanda doméstica. En cambio, en este contexto, una apuesta al impulso fiscal y monetario al consumo conspiraría contra el aumento de la inversión”.
Por último, se refirió a la tentación de usar el ancla cambiaria el año próximo para contener la inflación, porque el tipo de camio real está en un nivel razonablemente competitivo pero que no permite atraso cambiario. “Si lo atrasamos, corremos el riesgo de tener que corregirlo en 2021 y dar dos pasos para atrás en el esfuerzo de estabilización nominal, después de haber dado un paso para adelante”. En cambio, recomendó avanzar reduciendo la inercia inflacionaria con un pacto social consistente con la política monetaria y fiscal.