Las dificultades para conseguir clientes y sobre todo obtener rentabilidad está llevando a varias billeteras a cesar en sus actividades. A fin de este mes dejó de funcionar ank, un start up de Banco Itaú, y ahora anunció lo propio Bimo, que nació de una inédita asociación entre Grupo Clarín y Prisma Medios de Pago.
La intención de origen de Bimo era ofrecer beneficios a los clientes apalancándose en la tarjeta 365 de Clarín. De hecho, la mayor parte de los descuentos eran combinados entre el uso de la app y el plástico. Sin embargo, más allá de algunos descuentos puntuales en ningún momento llegó a definir cuál era su fuerte.
Si bien no se especificaron los motivos, se descuenta que la causa está vinculada con las complicaciones para monetizar el negocio. Tanto Bimo como el resto de las billeteras tiene escasos ingresos, ya que las comisiones que cobran son mínimas y el costo de operaciones es elevado. La mayoría de las compañías que fueron creadas en los últimos dos años apuntaba a fondearse a partir de la búsqueda de inversores internacionales, vía fondos de “venture capital”.
La suba de tasas y la crisis bursátil de los últimos meses retrajo a estos inversores, que se volvieron más conservadores y apuntan casi exclusivamente a los negocios que pueden ofrecer un horizonte de rentabilidad. Por eso, aquellas fintech que no puedan conseguir buenos números y proyectar ganancias tendrán una difícil supervivencia si no consiguen mantenerse por sí mismas.