El techo de la deuda fue subido tres veces durante el mandato de su predecesor republicano Donald Trump.
La carrera contra reloj para evitar un default de Estados Unidos comenzará mañana con la convocatoria que el presidente Joe Biden organiza con los jefes de la oposición parlamentaria para tratar de alcanzar un acuerdo sobre la mayor deuda pública del mundo.
El presidente estadounidense se reunirá con su principal adversario en este tema, el jefe de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, así como con Mitch McConnell, líder de la minoría conservadora en el Senado, reseñó la agencia de noticias AFP.
Sin un acuerdo rápido que permita aumentar el límite de endeudamiento, el gobierno de Estados Unidos no podrá cumplir sus obligaciones, alertó días atrás la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, con el riesgo de un inédito default.
Biden reiteró el viernes su visión sobre el delicado asunto del endeudamiento, al señalar que los republicanos toman de “rehén” la economía al condicionar el aumento del límite de endeudamiento del país, o su suspensión, a recortes “draconianos” del gasto público, según consignó Telam.
Para el presidente, el respeto por las obligaciones financieras acumuladas por el país es una obligación para los legisladores de ambos partidos, en tanto el presupuesto anual puede ser objeto de un debate político.
El demócrata recuerda siempre que el techo de la deuda fue subido tres veces durante el mandato de su predecesor republicano Donald Trump.
Esta pulseada proviene de una particularidad institucional en Estados Unidos: es resorte del Congreso votar regularmente para aumentar el monto máximo de deuda que el país puede emitir, de forma de continuar financiando el funcionamiento del gobierno federal.
El Tesoro de Estados Unidos ha advertido que sin aprobación del Congreso antes del 1 de junio, el gobierno deberá recortar gastos y prestaciones sociales si quiere continuar honrando sus obligaciones con acreedores.
El tope de endeudamiento de 31,4 billones de dólares, el más alto en valor absoluto entre todos los países del mundo, se alcanzó en enero, pero el gobierno federal estableció medidas contables excepcionales para sobrellevar la situación.
Estados Unidos, si se prolonga esta situación, no sólo podría ser incapaz de pagar sus cuentas y los salarios de los empleados públicos, sino también de reembolsar a sus acreedores.
Por primera vez, tenedores de bonos del Tesoro estadounidense, la inversión considerada más segura del mundo que permite a Estados Unidos financiarse a tasas bajas, sufrirían un impago.
Según la Casa Blanca, un default terminaría con la reactivación económica de la cual Biden se atribuye el mérito, los mercados se derrumbarían, la recesión sería histórica y el desempleo se dispararía, con consecuencias sobre toda la economía mundial.
El calendario comprime los plazos: la Cámara de Representantes sesionará solamente 12 días en lo que resta de mayo, y Biden parte en dos semanas en una gira diplomática de varios días por Japón y Australia.
Algunos analistas consideran que la administración Biden podría, en caso de un estancamiento total de la discusión, autorizar unilateralmente más préstamos invocando la Enmienda 14 a la Constitución.