La calificadora advirtió sobre un mayor deterioro macro, la caída de reservas y las chances de un incumplimiento entre 2024 y 2025
“A partir de febrero es probable que la economía comience a sentir los efectos de una severa sequía que reducirá el rendimiento de los cultivos este año”, aseguró hoy a través de un reporte la calificadora Moody’s. Como consecuencia de una sequía peor a la pronosticada y un deterioro general, redujo la perspectiva del año de una caída del 0,5% a 1,5% del PBI.
“El deteriorado de las últimas semanas sugiere un mayor impacto en la producción agrícola que en la sequía de 2018”, agrega.
En las últimas horas el FMI también redujo sus proyecciones del nivel de actividad para Argentina, al tiempo que pronosticó una inflación del 98% para 2023.
Sin embargo, la perspectiva es que el repunte sería levemente mayor al previsto en 2024, pasando del 1,5% al 1,8%.
Los efectos de la sequía no solo se sentirán a través del impacto directo de la oferta, sino también por la pérdida de ingresos por exportaciones en un momento en que las divisas fuertes son cada vez más escasas.
“Es probable que esto conduzca a controles de importación más estrictos que afectarán aún más la demanda interna y reducirán la disponibilidad de bienes de capital, intermedios y de consumo”, agregó Moody’s.
La calificadora consideró que incluso con controles de importación más estrictos, seguirá aumentando la presión sobre la disponibilidad cada vez menor de reservas líquidas del banco central.
“El tipo de cambio paralelo se ha debilitado sustancialmente desde noviembre a medida que la base monetaria continuó expandiéndose a un ritmo rápido con la continua monetización del déficit fiscal. Al respecto, la inflación mensual se aceleró por tercera vez consecutiva en febrero, rompiendo con la disminución gradual del segundo semestre de 2022”.
Sobre el final del informe, en el en el que mantiene a la deuda argentino en bajísimos niveles de calificación, la agencia se mostró escéptica sobre lo que sucederá en los próximos meses: “A medida que los desequilibrios económicos continúan creciendo, hay poca voluntad política para promulgar medidas de ajuste más allá de políticas fortuitas para salir del paso hasta las elecciones generales de octubre”.
“ Esto sugiere -indica- que el balance de riesgos está sesgado hacia una contracción más profunda, una inflación más alta y una mayor presión sobre las escasas reservas de divisas del Banco Central, lo que complica las perspectivas de ajuste postelectoral y aumenta el riesgo de incumplimiento hacia 2024-25”.