Un informe de la consultora Inveq calculó que la próxima cosecha ascenderá a unos 32,3 millones de toneladas de soja y 40,1 millones de toneladas de maíz. “En este caso la caída interanual en la producción sería de un 22% en conjunto, provocando un daño considerable en el producto bruto del sector para el año 2023”.
Este panorama impactará negativamente en el desempeño de la economía en su conjunto por tres canales: el efecto directo sobre el PBI, el impacto indirecto sobre la demanda agregada y la presión sobre el mercado cambiario.
“El efecto directo es el más fácil de calcular y nos indica que el PBI tendría una contribución negativa por parte del PBI agropecuario de una magnitud aproximada de -1,75% en relación al año 2022”, indicó la consultora.
El efecto indirecto sobre la demanda agregada tiene que ver con la contracción del gasto privado que se registrará como consecuencia de un menor ingreso en todo el entramado del sistema de agronegocios.
Por último, el efecto en el mercado de cambios tiene que ver con el papel fundamental que cumple el sector agroindustrial en el abastecimiento de dólares en el mercado de cambios argentino. “Si durante los años 2021 y 2022 con cosechas récord (40.000 millones y 47.000 millones de dólares respectivamente contabilizando soja, maíz y trigo) el balance cambiario estuvo tensionado, más aún lo estará durante el 2023”, agregan en Invecq.
Sumando los tres cultivos más relevantes (el trigo ya definido, soja y maíz aún por definir) y usando los precios de mercado, la valorización total de la cosecha sería de aproximadamente 32.000 millones de dólares, lo que implicaría una pérdida de 14.700 millones de dólares en relación a la del año pasado.
Dado que el efecto del trigo ya se ha materializado (lo más fuerte de la liquidación de trigo ocurre en diciembre), la economía debería digerir una merma en la oferta de dólares de unos 11.600 millones de dólares en concepto de menor soja y menor maíz en relación a la del año pasado a lo largo de los próximos meses.