Representa un fracaso del estratega Michael Hasenstab. Acumula seis años de pérdidas, de acuerdo con la agencia de noticias Bloomberg.
El gigante financiero Franklin Templeton decidió finalmente abandonar su apuesta por los activos argentinos, liquidando bonos locales, de acuerdo con la agencia de noticias Bloomberg.
La decisión representa un fracaso para la estrategia de Michael Hasenstab que apostó por los títulos argentinos durante la presidencia de Mauricio Macri, seis años atrás.
De acuerdo con Bloomberg, la empresa vendió más de 25.000 millones de pesos (USD156 millones) en bonos locales en el tercer trimestre, según los registros.
En total, la participación de Franklin Templeton, que llegó a superar los USD5.000 millones, se ha reducido a unos USD250 millones, sin incluir las ventas realizadas en octubre o noviembre, según datos recopilados por Bloomberg.
Hasenstab saltó a la fama hace más de una década tras realizar enormes apuestas exitosas en países con problemas, como Irlanda y Hungría, que generaron miles de millones en retornos para los inversores.
Pero esa misma estrategia resultó desastrosa en Argentina. Invirtió grandes cantidades en bonos del país al comienzo de la llegada al poder del expresidente Mauricio Macri, apostando que el país sudamericano estaba preparado para liderar un repunte entre las naciones en desarrollo bajo su proyecto favorable al mercado, amplió Bloomberg.
Hasenstab en un comienzo fue tan optimista sobre la recuperación de Argentina que a mediados de 2016 el gestor de fondos decidió comprar unos US$5.000 millones en bonos en pesos a tasa fija, convencido de que la inflación se reduciría rápidamente a la mitad, según una persona familiarizada con el asunto. La apuesta era tan grande que las autoridades argentinas al principio no creyeron que los enviados de Hasenstab estuvieran hablando en serio sobre la compra, dijo la persona, que pidió no ser identificada por tratarse de conversaciones privadas a Bloomberg.
Cuando Franklin Templeton compró los bonos a fines de 2016, pagó cerca de su valor nominal. En los últimos meses, a medida que seguía vendiendo lo que queda de su inversión, algunos se han cotizado por debajo de los 30 centavos, según datos de Bloomberg, mientras que el peso se ha debilitado más del 90% en ese lapso.
Apuesta perdedora
Bloomberg recordó que la apuesta de Hasenstab dio un giro a principios de 2018, cuando la persistente inflación, la sequía y la guerra comercial global dañaron la confianza de los inversores, provocando meses de volatilidad cambiaria y caídas del mercado que obligaron a Macri a recurrir al Fondo Monetario Internacional para negociar un rescate récord de USD56.000 millones.
En octubre de ese año, Hasenstab decidió viajar personalmente a Argentina, indignado porque el país había llegado a un acuerdo con el FMI, que creía que había sido el principal responsable de llevar a Ucrania —otra de sus agrandes apuestas— a una crisis de deuda años antes, señaló la persona.
Al año siguiente, la impactante derrota de Macri en las primarias provocó una fuerte venta masiva que en un solo día borró casi USD2.000 millones de la inversión de Franklin Templeton. Días más tarde, el presidente suspendió el pago de la deuda local de la nación y restableció los controles de capital. Esto, junto con la decisión del país de reestructurar sus bonos internacionales, afectó a la empresa y a otros grandes acreedores, incluso cuando el Gobierno ofreció recomprar y canjear bonos locales para ayudar a mitigar el impacto, describió Bloomberg.
Hasenstab ha ido reduciendo su posición en Argentina desde 2020, según los registros, alrededor de la misma época en que Argentina salía de su noveno impago. Desde entonces, el Gobierno del presidente Alberto Fernández ha aplicado políticas económicas de parche para intentar reducir la inflación y sacar la economía de su estancamiento provocado por la pandemia.
Estos esfuerzos han sido en vano, ya que la inflación está cerca de llegar a los tres dígitos, las reservas internacionales del país se encuentran cerca de su nivel más bajo de los últimos seis años y los draconianos controles de capital siguen limitando la inversión internacional.