Según el análisis, a la Argentina le demandaría al menos dos años recuperar lo perdido en 2020 por el impacto del Covid-19, y tres años para volver a niveles similares a los de 2018.
El Banco Mundial proyecta un crecimiento para la Argentina de 7,5% en 2021 y una desaceleración que llevaría el alza del PIB a apenas 2,6% el año próximo, en un contexto de recuperación global tras la pandemia.
Los datos surgen del nuevo informe regional elaborado por el organismo multilateral presentado esta tarde en conferencia de prensa por el economista jefe de América Latina y el Caribe, William Maloney, en la antesala de la reunión anual conjunta del FMI y el Banco Mundial, que tendrá lugar la semana próxima.
Según el análisis, a la Argentina le demandaría al menos dos años recuperar lo perdido en 2020 por el impacto del Covid-19, y tres años para volver a niveles similares a los de 2018.
En la rueda de prensa, Maloney, al ser consultado sobre el tema precios, dijo que no ve riesgos de una hiperinflación en la Argentina y opinó que un acuerdo con el FMI permitirá anclar expectativas.
“No veo riesgo de hiperinflación, la inflación está en alrededor del 50%, pero el Gobierno sigue contando con algunas herramientas para evitar que la crisis se profundice”, consideró el economista jefe del Banco Mundial.
En este sentido, Maloney indicó que “llegar a un acuerdo con el FMI anclará expectativas, reduciendo más los riesgos” en el corto plazo.
No obstante, señaló que la Argentina sufre “problemas estructurales de largo plazo” y recordó que en la última década previa a la pandemia el crecimiento “no fue tan rápido”.
Según el análisis del nuevo informe, denominado “Recobrar el crecimiento: Reconstruyendo economías dinámicas pos-Covid con restricciones presupuestarias”, a la Argentina le demandaría al menos dos años recuperar lo perdido en 2020 por el impacto del Covid-19, y tres años para volver a los niveles de fines de 2018.
A nivel regional, las previsiones de crecimiento para 2021 se han actualizado durante el verano (boreal) y se espera que el crecimiento regional se sitúe en 6,3 % este año, con lo que prácticamente se recuperarían las pérdidas del 6,7 % de 2020, indicaron desde el Banco Mundial.
Según el organismo, “la crisis de la Covid-19 se sumó a otra “década perdida de bajo crecimiento, lo que sugiere problemas estructurales más profundos”.
Desde 2010 hasta que se desató la pandemia, los países de América Latina crecieron en promedio 2,2% anual, mientras que resto del mundo marcó una mejora de 3,1 %.
“Los pronósticos para 2022 y 2023 para la región son igualmente mediocres: 2,8 % y 2,6 % respectivamente”, indicó el organismo.
El Banco Mundial sostuvo que “la deslucida recuperación, sumada a las bajas tasas de crecimiento de la década anterior, sugiere la existencia de problemas estructurales internos en la región y apunta a la urgencia de abordar la lista de déficits internos ampliamente conocidos en materia de infraestructura, educación, política energética, capacidad empresarial e innovación, y de afrontar al mismo tiempo algunos nuevos retos relacionados con el cambio climático”.
Según el informe, “dadas las vigorosas recuperaciones de los principales socios comerciales, las bajas tasas pasivas de interés mundiales y la perspectiva de otro super ciclo de los productos primarios, habría cabido esperar que las tasas de crecimiento fueran 1,5 puntos porcentuales más altas”, aunque los rebrotes de la pandemia ponen en tela de juicio estás expectativas.
El Banco Mundial advirtió también que “una reaparición del virus provocaría nuevas caídas en el nivel de actividad económica, no sólo por las medidas de los Gobiernos para hacer respetar el distanciamiento físico, sino también porque la mitad de la disminución de la actividad se debe al distanciamiento voluntario, por miedo a la enfermedad”.
Entre las “reformas fundamentales” alentadas, el informe señala la ineficiencia en el gasto y en las contrataciones públicas.
En particular, “la contratación pública de bienes, servicios y bienes de capital representa, por término medio, el 30 % del gasto y es, con frecuencia, una fuente de despilfarro, mala gestión y, en algunos casos, corrupción”, alerta el informe.
“El gasto ineficiente debido a sobornos y presupuestos inflados parece ser enorme: alrededor del 26 % sobre el costo de los proyectos. Las simulaciones del Banco Mundial estiman un ahorro de entre el 16 % y el 22 % con sencillas modificaciones de las prácticas y sin cambiar las leyes actuales de contratación del sector público”, advirtió el Banco Mundial.
“No se trata de recortar el gasto de forma generalizada -como se ha hecho tantas veces a lo largo del tiempo, y que ha resultado en fuertes efectos contractivos-, sino hacer un mejor uso de los recursos existentes”, concluyó el organismo multilateral, entre otras recomendaciones.