¿No estaremos excesivamente envalentonados de una ola revolucionaria que todo lo debe transformar? Por Matías Ghidini, General Manager de GhidiniRodil y autor del libro, Mi Trabajo Ahora
El impacto de la pandemia del COVID19 generó en el universo del trabajo un definitivo antes y después. Aunque nada volverá a ser como era, para algunos solo habrá algunas diferencias. Cuestiones como el espacio de trabajo, el rol del Estado como el gran empleador, los vínculos con los jefes, las limitaciones de la tecnología y los obstáculos a las nuevas oportunidades de negocios, nos muestran que para muchos la nueva normalidad tiene sus límites.
Algunos puntos que son importante destacar y que demuestran que muchas afirmaciones acerca de esta nueva etapa tienen sus excepciones:
· No volveremos al mismo espacio físico de antes, pero tampoco nos quedaremos en el actual.
Algunos aseguran que las oficinas son un lugar condenado a desaparecer y que será reemplazado por el home office. En realidad lo que se está usando actualmente es un working from home, que es diferente al home office. El problema de este sistema es que la mayoría de las personas no tiene un espacio capacitado en sus casas, comparte lugar y horario con hijos en edad escolar, muchos tampoco disponen de la tecnología adecuada, los jefes no están capacitados para el liderazgo virtual y el aumento de las horas asignadas al trabajo, son el otro lado de la moneda de este sistema aparentemente perfecto y el motivo por el cual muchos, ya no lo prefieren. Pero además, hay tareas donde la presencia es ineludible, como la atención al público, líneas de producción, transporte e instituciones de salud; entre otros.
· Sin tecnología probablemente no podríamos vivir, pero la tecnología también tiene sus límites.
Es imposible negar el valor de la tecnología en este momento. La continuidad de nuestras vidas hoy se apoya casi exclusivamente en ella: aprendizaje virtual, trabajo remoto, comercio electrónico, medicina a distancia. Sin embargo, al mismo tiempo, la pandemia expuso la necesidad de los vínculos humanos, la cercanía física, los afectos, la empatía o la emocionalidad. Características intrínsecas de profesionales de, por ejemplo, el sistema de salud o la educación. Médicos, cuidadores de ancianos o enfermeros, el corazón de los hospitales; sólo en Argentina faltan 50.000, son algunos ejemplos de carreras con demanda creciente y cuya gestión se apoya, primariamente, en la interacción humana entre personas.
· Cuando en todo el planeta el empleo cae o se destruye, en Argentina el empleo público no solo se mantiene, sino crece.
Otro de los aspectos que es importante destacar, es que hay sectores laborales donde la demanda crece. En Argentina, aproximadamente un 25% del trabajo registrado (3.100 millones de personas aprox) corresponde al empleo público. Un grupo del que en nuestro país -por lo menos abiertamente- no se han conocido suspensiones, reducciones salariales o retiros voluntarios (como sí en el sector privado). Y que, a contramano del mercado general, aumentó su dotación: 43.000 puestos nuevos en marzo 2020 vs marzo 2019 y 9.000 más en marzo 2020 a febrero 2020; cuando, en los mismos períodos, se perdieron 210.000 y 105.000 asalariados registrados del resto de los sectores, respectivamente.
· Jugar a debutar como emprendedor hoy en nuestro país huele bastante a ruleta rusa.
El cuarto aspecto del que se habló mucho es la búsqueda de la oportunidad dentro de la crisis. Ese espacio donde muchos buscan poder salvarse con un emprendimiento oportuno a las necesidades actuales. Lo cierto es que estos proyectos prometen tantos peligros como oportunidades. Argentina es difícil para improvisados entrepreneurs. A las dificultades naturales de cualquier proyecto, nuestro país le agrega una cuádruple línea de obstáculos (burocracia, marco legal, crisis cambiaria, acceso al crédito; entre otros).
· Todos siempre querrán perder pronto un mal jefe, pero reunirse presencialmente con un buen líder no tiene precio.
Por último, muchos se ilusionan con la posibilidad de no tener un jefe. Sobre todo los liderados por jefes tóxicos o inexpertos. Los límites del liderazgo virtual son evidentes. La ausencia de una charla mano a mano, un café, un consejo de pasillo, que habilite percibir los estados de ánimos o las emociones, resta en la relación líder-reporte de estos días.